miércoles, 4 de febrero de 2009

Hipocresía papal

Benedicto XVI no se aclara. Serán cosas de la edad. O de la iluminación, que en estos días nunca se sabe.
Resulta que el 24 de enero rehabilitaba (o sea, se pasaba por el forro de los cojones una excomunio) a un obispo tradicionalista británico que negaba la existencia misma del Holocausto judío. Richard Williamson, el obispo en cuestión, había afirmado que "no hubo cámaras de gas" y que sólo "300.000 judíos perecieron en los campos de concentración nazis, en vez de seis millones".
Ante el aluvión de hostias que le cayeron al eclesiástico tradicionalista cinco días después, el 29 de enero, intervenía el jefe de los lefebvrianos del noreste de Italia, el sacerdote Floriano Abrahamowicz, que ni corto ni perezoso afirmaba que la "única cosa segura sobre las cámaras de gas es que se usaron para desinfectar".
Y hoy, 4 de febrero, el papa ( y con él la Iglesia católica) dice estar "turbado" por la negación del Holocausto.
¿Alguien me lo explica, por favor? No soy el único que se ha quedado en este estado de perplejidad. Y si no que se lo digan a la Canciller alemana de Estado Angela Merkel, que por aquello de que la negación del Holocausto es un delito tipificado por la ley alemana, se dirigió al papa con estas palabras:

Generalmente no es mi tarea como mandataria calificar o comentar asuntos de la Iglesia. Sin embargo, las cosas son muy diferentes cuando se trata de principios fundamentales y es un asunto fundamental que concierne directamente a Alemania el hecho de que a raíz de una decisión del Vaticano se esté dando vía libre a la idea de que el Holocausto es algo que se puede negar.No lo es. Y por eso se hace imperativo que el Papa y el Vaticano asuman una posición clara, que asuman consecuencias y aclaren, tajantemente, que no es posible negar el Holocausto y que manejar positivamente las relaciones con el pueblo judío es un impositivo indiscutible.

Ya sabéis, las teutonas tienen lo que hay que tener (a diferencia de otros que no dudan en bajarse los pantalones por asegurarse un par de millones de votos).
¿Y qué contestaron desde el Vaticano? Que las palabras de condena del papa eran "clarísimas".

Parece que habrá que enseñarles a estos señores la diferencia entre palabras y actos.
Por cierto, ¿cómo era aquella frase? Por sus actos los conoceréis (Mt 7-16).

1 comentario:

AnnaRaven dijo...

*bows*
No soy digna