Ari Folman, el protagonista (y director) de la historia que se cuenta en Vals con Bashir no recuerda cuál fue su papel en la Guerra del Líbano del 82, en cuya invasión participó como un soldado israelí más. Pero la conversación que mantiene con un antiguo amigo y compañero de armas acerca de un sueño recurrente donde éste es acosado por una furiosa manada de perros le lleva a Ari a preguntarse el porqué no recuerda apenas nada de aquellos años de su vida que estuvieron marcados por la invasión del Líbano y la masacre de los campos de refugiados de Sabra y Chatila.
A partir de este momento Ari dedica todo su tiempo a reconstruir y revisitar un pasado esquivo a base de encuentros con antiguos camaradas. Un pasado que Ari descubrirá, poco a poco y para horror del espectador y donde para sorpresa del protagonista se hallan recuerdos que él creía ciertos cuando en realidad constituyen una mera construcción personal con vistas a salvar su cordura.
La película es muy dura, y en cierto sentido la técnica de animación que usa acentúa la crudeza de las imágenes, que alternan realidad y ficción onírica, singular combinación que se sirve de una acertada banda sonora que confiere aun más potencia expresiva al resultado final.
Pero por encima de las consideraciones formales y técnicas que atraen la atención del espectador desde el principio de la película, el film es muy interesante por la imagen que transmite de la guerra: Un absurdo que se pone en evidencia una y otra vez, de boca de los supervivientes que acompañaron a Ari en aquel conflicto que ha dejado hondas cicatrices en su memoria. Un testimonio de primera mano que sugiere cierto deseo de exorcizar demonios y que golpea al espectador de forma contundente. Un ejercicio de memoria histórica realmente necesario.
Hacía tiempo que no salía del cine tan afectado por lo que acababa de ver.
Reseña en la web de El Público.
A partir de este momento Ari dedica todo su tiempo a reconstruir y revisitar un pasado esquivo a base de encuentros con antiguos camaradas. Un pasado que Ari descubrirá, poco a poco y para horror del espectador y donde para sorpresa del protagonista se hallan recuerdos que él creía ciertos cuando en realidad constituyen una mera construcción personal con vistas a salvar su cordura.
La película es muy dura, y en cierto sentido la técnica de animación que usa acentúa la crudeza de las imágenes, que alternan realidad y ficción onírica, singular combinación que se sirve de una acertada banda sonora que confiere aun más potencia expresiva al resultado final.
Pero por encima de las consideraciones formales y técnicas que atraen la atención del espectador desde el principio de la película, el film es muy interesante por la imagen que transmite de la guerra: Un absurdo que se pone en evidencia una y otra vez, de boca de los supervivientes que acompañaron a Ari en aquel conflicto que ha dejado hondas cicatrices en su memoria. Un testimonio de primera mano que sugiere cierto deseo de exorcizar demonios y que golpea al espectador de forma contundente. Un ejercicio de memoria histórica realmente necesario.
Hacía tiempo que no salía del cine tan afectado por lo que acababa de ver.
Reseña en la web de El Público.
1 comentario:
Mmmm, me has dado ganas de verla; tiene buena pinta, pero no me decidía. :)
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