viernes, 12 de diciembre de 2008

El triunfo (efímero) de los que siempre pierden

Que a todo el mundo le gustaría ser escuchado es evidente. Paradójicamente, a menudo tendemos a olvidarlo.
Que debemos descartar cualquier prejuicio parece ser otra de esas sentencias que probablemente se nos aparezca como "clara y verdadera", más en estos tiempos de tanta corrección (cuanto menos aparente). Curiosamente, también se nos suele pasar por alto.
Y para aquell@s que diariamente trabajamos con personas deberían ser dos ideas omnipresentes. Desafortunadamente no es así, como pude comprobar ayer, en el centro. La anécdota es omisible, no así las conclusiones que de ella se extraen.
Ayer mi condenado e irremisible idealismo no sólo salió bien parado ante mi otra mitad oscura, la de mi manifiesto pesimismo antropológico, sino que le ganó la partida y de calle. Y claro, se sentirá exultante durante unos días, o cuanto menos unas horas. Ya está bien ya, para variar.

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