martes, 30 de junio de 2009

La última partida (Last Call), de Tim Powers

Tim Powers me cae bien. Será por su probada solvencia como escritor y la que me gustaría creer que es una modestia innata. Prácticamente nadie que no sea un lector clásico de fantasía conoce su persona u obra, cosa que no pasa con uno de sus amigos, Philip K. Dick. Y con todo, ese lector avezado sabrá que Powers es garantía de calidad dentro del género.


No me gustaría entrar con La última partida sin antes introducir mínimamente la obra de este autor. Gran parte de sus novelas deben encuadrarse dentro de las "historias secretas", que nos proporcionan información supuestamente suprimida, olvidada o menospreciada por los eruditos en torno a hechos históricos. En el caso concreto que nos ocupa, Powers busca, como han hecho otros autores de renombre como Ken Follet o Frederick Forsyth en algunas de sus obras, la continuidad del presente que todos nosotros conocemos reconciliando la historia de los libros con hechos de carácter sobrenatural o anacrónico de los que no ha quedado registro alguno.
Ejemplos de ello han sido, por citar tan sólo algunos ejemplos, En costas extrañas (1988), cuya lectura a más de uno le recordará la reciente saga cinematográfica de Piratas del Caribe, La fuerza de su mirada (1990), que podría darle más de una lección a Ann Rice, o la celebrada Las puertas de Anubis (1983), obras todas ellas que le han merecido nominaciones y premios especializados.

Ahora bien, La última partida (1992) supuso un punto de inflexión en su obra que, si bien participando en cierta medida de las características comentadas hasta el momento, anticipaba un nuevo rumbo.
En esta novela Powers decide trasladar la acción del pasado al presente, si bien en su versión de la realidad, que no es sino la que todos conocemos, subyace un estrato que se mueve entre lo mítico y lo mágico que vendría a aportarle una nueva, potente y enriquecedora significación: ¿Os suena la cita Hay otros mundos..., pero están en éste?

El argumento de La última partida, traducción no muy acertada de la original Last Call (Call hace referencia a mostrar las cartas en el póker) la sitúa en Las Vegas de los 80, donde Scott Crane, un jugador profesional de póker descubre que la partida en la que participó en una barcaza del lago Mead tiene insospechadas e increíbles repercusiones veinte años después, entre ellas la posible pérdida de su cuerpo y alma. Porque las cartas no siempre son lo que parecen...

La última partida mezcla elementos aparentemente inconexos como el mundo del hampa de los años 40 (el gángster Bugsy Siegel, quien tuvo un relevante papel en la constitución de Las Vegas, tiene un pequeño papel), el tarot (que se encuentra en la base del sistema mágico que Powers presenta en el libro),y la leyenda del Rey Pescador donde The Waste Land de T.S.Eliot se convierte en referencia ineludible. Todo con los casinos de la esplendorosa ciudad de Las Vegas y el inmisericorde desierto que la rodea de fondo.

La lectura de cualquier libro de Powers, y éste no iba a ser una excepción, es un proceso que participa de dos cualidades. La primera, es la fluidez narrativa que nos arrastra desde la escena inicial hasta el desenlace. Paradójicamente, la enorme facilidad con que puede leerse el libro contrasta con la segunda, una dificultad en lo que concierne a la idónea comprensión de determinados, aunque contados, elementos que, aunque no son necesarios para la más que satisfactoria lectura del libro, sí que le aportan matices singularmente reveladores. Aquí Powers se reafirma como autor por encima del best seller al uso, al demostrar un bagage cultural de variada índole. A este respecto, a pesar de haberse especializado en el campo de la literatura inglesa (de hecho da clases en la universidad) a menudo incluye referencias científicas, siempre al servicio de lo que cuenta y con el resultado de enriquecer el conjunto.

Ya para acabar y volviendo al libro que nos ocupa, creo estar en posición de afirmar que es, posiblemente, el libro más redondo de cuantos he leído de este autor. Toda la acción está dispuesta en un puzzle en el que cada una de las partes encaja a la perfección para conformar un conjunto impecable. A diferencia de otros libros previos donde eran evidente el escaso aporte de algunas escenas de transición, aquí cada capítulo nos cuenta algo importante en uno u otro sentido. De hecho el ritmo es excelente, incluso por encima de la media de lo que uno se suele esperar de una novela de Tim Powers.
En definitiva, una lectura obligatoria tanto para el fan de Powers como para cualquier neófito que quiera iniciarse en su obra.

Para saber más:
- Last Call ha sido publicada en nuestro país por Martínez Roca y Círculo de Lectores, ediciones ambas descatalogadas. Gigamesh es la última editorial que ha estado reeditando regularmente la obra de Powers. Sin embargo, La última partida sigue siendo una deuda pendiente.
- Last Call ganó el World Fantasy Award a la mejor novela del género de 1993.
- Por ahí rondan dos novelas inéditas en castellano llamadas Expiration Date y Earthquake Weather que "participan" de lo que se nos cuenta en Last Call.
- Artículo de Julián Díez: El steam-punk y Tim Powers

viernes, 19 de junio de 2009

Las miserias de la traducción: Matilde Horne


Matilde Horne, traductora argentina de 92 años que trabajó para Minotauro traduciendo grandes obras de la fantasía (J. R. R. Tolkien, Doris Lessing, Angela Carter, Stanislaw Lem, Ray Bradbury o Ursula K. Leguin se cuentan entre los autores de dichas obras), recibió un miserable finiquito de Planeta después de 50 años de servicio. Ahora malvive en una residencia de ancianos de Ibiza.

Para más información, clicka aquí (fuente: El País)

miércoles, 10 de junio de 2009

El gigante dormido

El error de nuestra clase política es que, como con el hombre del saco, no cree en la existencia de un "gigante dormido" constituído por toda esa ingente masa que no vota en los procesos electorales.
Después de las recientes elecciones unos se lamentan y otros se dan palmaditas en el hombro, pero nada de ello importa en último término.
Más bien deberían llevar a cabo un ejercicio de regresión a su infancia y empezar a volver a creer.

martes, 9 de junio de 2009

Descanso por trabajo..

.. interrumpido tan sólo por estas palabras vacías.