sábado, 29 de noviembre de 2008

La ola


Seis días es el tiempo que esta ola, la presentada en el film homónimo, necesita para romper. Da miedo, mucho más de lo que en principio podría dar a entender la película nada más empezar a visionarla. Pero me estoy adelantando.
La ola es una película alemana que se estrenó este fin de semana.
Está basada en el libro The Wave (1981) de Todd Strasser, que se basó en el experimento que realizó el profesor de Historia Ron Jones en el instituto Cobberley (Palo Alto, California). Entonces, en plena década de los sesenta, Jones impartió una demostración práctica como parte del estudio de la Alemania nazi que acabó probando la actualidad de las tesis ideológicas totalitarias: el grupo de alumnos que se regía por este paradigma dentro de la clase acabó por desbordar el espacio físico del aula para extenderse por todo el centro; en tres días los 30 alumnos iniciales se habían convertido en 200.
Una cifra que debe contemplarse desde la perspectiva de que esas personas, esos chavales, eran alumnos de un instituto, a los que se les puede atribuir una formación académica en mayor o menor grado.
En Die Welle el director Dennis Gansel se basa en el experimento de la "Tercera Ola" de Jones para volver a traer en primer plano al fantasma de la dictadura nacionalsocialista que Alemania vivió y padeció el siglo pasado, en un ejercicio de recuperación y memoria histórica con el que los alemanes están muy concienciados.
En la película el profesor Rainer Wenger, a quien le ha "tocado en suerte" el tema de la autocracia (cuando quería impartir el anarquismo) para se dessarrollado en un proyecto educativo que dura una semana, decide iniciar su primera clase con una pregunta que dirige al alumnado: ¿Creéis que es imposible que otra dictadura vuelva a implantarse en Alemania? Nadie apuesta por el regreso de un totalitarismo como el nazi. Sin embargo, poco a poco y a lo largo de dicha semana los alumnos de la clase del "Sr. Wenger" se irán permeabilizando a las directrices que el profesor les irá proponiendo. El ambiente distendido de clase, propio de Rainer, irá dando paso a un recorte de libertades y a una disciplina rígida; se adoptará una camisa blanca como elemento distintivo del grupo-clase pero que acabará por salir de las aulas, y que colaborará en la uniformización de un grupo que cada vez será más consciente de su existencia y fuerza, un grupo sumiso a la autoridad del docente, erigido en líder del movimiento; al disidente, al extraño, al que en definitiva no acate las normas de grupo será expulsado del mismo.
El problema es que el experimento se acaba escapando del control del profesor una vez rebasa el espacio del aula. La idea de grupo se extiende por el centro, altamente atractiva para una masa desencantada, sin ideales ni objetivos, insatisfecha, aburrida, de jóvenes.
La Ola es todo un fenómeno cultural. La película ha sido cabeza de taquilla en Alemania y al parecer hasta incluso existe una obra de teatro basada en el libro al que antes aludía. Lo cual me invita a la reflexión, habida cuenta de que ayer, día del estreno, tan sólo compartía sala con cuatro personas más, en uno de los dos cines que, en Palma, proyectan la cinta. Dos cines, por cierto, de segunda fila. En un país que ha pasado por una dictadura y en el que mucho ponen todo su empeño en olvidar.

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