Es curioso, pero tuvo que ser El pequeño Lovecraft quien me recordara la existencia de un autor al que hacía tiempo que le tenía ganas, W.H.Hodgson. Así que me he puesto con una de sus novelas novelas más celebradas junto a "La casa en el confín de la Tierra", Los botes del "Glen Carrig".
Esta novela puede ser encuadrada a medio camino entre la novela de aventuras y la de terror, teniendo como escenario el mar, medio que tan bien conoció en vida su autor.
El relato, narrado en primera persona a modo de diario, comienza "in media res", con los supervivientes del naufragio del barco Glen Carrig, que, perdidos en los mares del sur, llegan con dos botes a una ignota costa donde conocerán horrores de naturaleza sobrenatural que pondrán a prueba su cordura y capacidad de supervivencia en un medio hostil.
La principal cualidad de la novela es su sencillez, aplicable tanto a su argumento como a su estilo. Poco importa la caracterización de personajes frente al relato de las peripecias por las que pasa la sufrida tripulación de los botes y la creación de una atmósfera donde la devastadora sensación de soledad del paisaje se auna con el misterio que sugieren dichos parajes.
Por otro lado, el principal problema de la novela quizás podría residir en el hecho de que se amolda a determinados estereotipos que en parte venían dictados por el público, a lo que habría que añadir un vocabulario específico propio del ambiente marinero que puede desmotivar a más de un lector poco familiarizado con el mismo.
Aun así , y aunque el ritmo es irregular, la historia se lee muy bien, y se encuentra lejos de los excesos formales a los que la escuela norteamericana de Horror Sobrenatural llegaría, si bien es evidente su influencia en estos autores, H.P.Lovecraft incluído. Pero no me gustaría llevar a engaño con estas palabras a posibles lectores familiarizados con la obra de Lovecraft, ya que al menos en esta primera novela de Hodgson, el componente aventurero es la piedra sobre la que se construye la obra por mucho que el terror y el misterio acaben atribuyéndose un importante papel.
Esta novela puede ser encuadrada a medio camino entre la novela de aventuras y la de terror, teniendo como escenario el mar, medio que tan bien conoció en vida su autor.
El relato, narrado en primera persona a modo de diario, comienza "in media res", con los supervivientes del naufragio del barco Glen Carrig, que, perdidos en los mares del sur, llegan con dos botes a una ignota costa donde conocerán horrores de naturaleza sobrenatural que pondrán a prueba su cordura y capacidad de supervivencia en un medio hostil.
La principal cualidad de la novela es su sencillez, aplicable tanto a su argumento como a su estilo. Poco importa la caracterización de personajes frente al relato de las peripecias por las que pasa la sufrida tripulación de los botes y la creación de una atmósfera donde la devastadora sensación de soledad del paisaje se auna con el misterio que sugieren dichos parajes.
Por otro lado, el principal problema de la novela quizás podría residir en el hecho de que se amolda a determinados estereotipos que en parte venían dictados por el público, a lo que habría que añadir un vocabulario específico propio del ambiente marinero que puede desmotivar a más de un lector poco familiarizado con el mismo.
Aun así , y aunque el ritmo es irregular, la historia se lee muy bien, y se encuentra lejos de los excesos formales a los que la escuela norteamericana de Horror Sobrenatural llegaría, si bien es evidente su influencia en estos autores, H.P.Lovecraft incluído. Pero no me gustaría llevar a engaño con estas palabras a posibles lectores familiarizados con la obra de Lovecraft, ya que al menos en esta primera novela de Hodgson, el componente aventurero es la piedra sobre la que se construye la obra por mucho que el terror y el misterio acaben atribuyéndose un importante papel.
Los botes del "Glen Carrig", W.H.Hodgson
Edita Valdemar (Colección Diógenes)
2002
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