No puedo hacer una reseña típica de la que es una película atípica. Así que, como la reseña de Marguis en Insensatos, me salgo por la tangente.
Déjame entrar es...
... la línea divisoria entre la infancia y la adolescencia.Punto y aparte.
Pero también es...
Crueldad. Y violencia. Ya puestos hablemos de sexo.
Pero ojo, que aquí la Inocencia se escribe con mayúsculas. Sí, hemos tenido una regresión infantil. Blanca, pura, como la nieve inmaculada que deja tras de sí la tormenta.
Hollemos esa nieve. Padres e hijos. La dictadura del púber ante su progenitor. Divorcio. Soledad.
Pero seamos plásticos. Derramemos sangre sobre el blanco manto. Violencia de nuevo. Monstruos. Pedofilia. Bullying.
Sigamos en este terrible reverso. Adicción y dependencia, que no necesariamente son lo mismo. Y por supuesto, manipulación.
Pero no seamos tan negativos. Ahí dentro también hay Amistad. Y Amor, al que contemplaremos desde varios ángulos, a fin de ser fieles a lo que en verdad es.
Y de fondo, una sociedad encerrada, privada de sol, donde se advierten algún que otro tabú sexual, donde el alcohol reconforta tanto o más que la lumbre del hogar, y el humor, negro como no podía ser de otra manera teniendo en cuenta la latitud, es un aliado de inestimable valor.
Ah, se me olvidaba.
Déjame entrar es, también...
Vampiros.
Una nueva perspectiva. Al menos una alejada del tópico.
El no-muerto (lo siento, esta vampira, esta niñita adorable de enormes ojos verdes que no necesita articular sonido alguno para hablar, y de qué manera, está bastante viva) tiene un tacto, una empatía dolorosamente humanos. Y en él (ella) está latente la bestia,que como cualquier animal se mueve por puro instinto de auto-conservación.
Hace mucho que tiene 12 años, sí, pero aquí cabría discutir la delicadeza que muestra en su trato con el protagonista del film, otro niño de la misma edad. ¿Es sinceridad? ¿Interés? Independientemente de lo que decidamos, está el hecho. El tremendo cuidado con que procede esta criatura y que aporta una cualidad difícil de encontrar en otros films adscribibles a este género.
Y luego, los tópicos reinterpretados, adaptados a estos tiempos (¿es la década de los ochenta la que sirve de marco a la historia?), de forma creíble.
Iba a acabar con una mini-reseña típica. Pero para qué. Así está bien. Al menos, así me gusta.
Ah, me ha encantado, por si a alguien le restaba la duda.
Mañana mismo me voy a encargar el libro en inglés, de John Ajvide Lindqvist.
Déjame entrar es...
... la línea divisoria entre la infancia y la adolescencia.Punto y aparte.
Pero también es...
Crueldad. Y violencia. Ya puestos hablemos de sexo.
Pero ojo, que aquí la Inocencia se escribe con mayúsculas. Sí, hemos tenido una regresión infantil. Blanca, pura, como la nieve inmaculada que deja tras de sí la tormenta.
Hollemos esa nieve. Padres e hijos. La dictadura del púber ante su progenitor. Divorcio. Soledad.
Pero seamos plásticos. Derramemos sangre sobre el blanco manto. Violencia de nuevo. Monstruos. Pedofilia. Bullying.
Sigamos en este terrible reverso. Adicción y dependencia, que no necesariamente son lo mismo. Y por supuesto, manipulación.
Pero no seamos tan negativos. Ahí dentro también hay Amistad. Y Amor, al que contemplaremos desde varios ángulos, a fin de ser fieles a lo que en verdad es.
Y de fondo, una sociedad encerrada, privada de sol, donde se advierten algún que otro tabú sexual, donde el alcohol reconforta tanto o más que la lumbre del hogar, y el humor, negro como no podía ser de otra manera teniendo en cuenta la latitud, es un aliado de inestimable valor.
Ah, se me olvidaba.
Déjame entrar es, también...
Vampiros.
Una nueva perspectiva. Al menos una alejada del tópico.
El no-muerto (lo siento, esta vampira, esta niñita adorable de enormes ojos verdes que no necesita articular sonido alguno para hablar, y de qué manera, está bastante viva) tiene un tacto, una empatía dolorosamente humanos. Y en él (ella) está latente la bestia,que como cualquier animal se mueve por puro instinto de auto-conservación.
Hace mucho que tiene 12 años, sí, pero aquí cabría discutir la delicadeza que muestra en su trato con el protagonista del film, otro niño de la misma edad. ¿Es sinceridad? ¿Interés? Independientemente de lo que decidamos, está el hecho. El tremendo cuidado con que procede esta criatura y que aporta una cualidad difícil de encontrar en otros films adscribibles a este género.
Y luego, los tópicos reinterpretados, adaptados a estos tiempos (¿es la década de los ochenta la que sirve de marco a la historia?), de forma creíble.
Iba a acabar con una mini-reseña típica. Pero para qué. Así está bien. Al menos, así me gusta.
Ah, me ha encantado, por si a alguien le restaba la duda.
Mañana mismo me voy a encargar el libro en inglés, de John Ajvide Lindqvist.
6 comentarios:
Veo que se te ha quedado la mente igual que a mi al salir del cine...
Por cierto... cuando fuiste tu la sala estaba desierta? Porque yo fui el sábado y solo había cuatro personas mas... ¿Qué le pasa a la gente de aquí? Debían estar todos mirando Dragonball o algo así.
Un saludo!
Bueno, yo fui ayer domingo a la sesión de las 20:20 y habría, en el renoir (VOS), entre veintipico y treinta personas, lo cual no está nada mal a mi modo de ver las cosas.
Y creo que una buena parte no podrían ser encajados en el perfil típico de fan de lo fantástico...
El lunes que viene voy a verla, que hoy no podía perderme "París, París".
Hola majete
no creo que hables sueco o danés por lo que necesito me digas si se soporta bien la peli escuchando ese idioma y leyendo.
Se te hizo difícil?
Es que quiero verla y me echa pa´trás lo del idioma.
Otra pregunta:
"¿Lo has traído de Menorca? "
Hola majete,
sí, se ve bien; al principio igual cuesta un poco pero te acostumbras rápido.
y sí, "lo hé traído". Lo penúltimo de Talbot te espera en Gotham.
¿por qué he acentuado "hé"?
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