Días extraños los de esta última semana en que he permanecido un poco alejado de la red.
No ha pasado nada a destacar, así que no acabo de entender esta extraña sensación que se ha apoderado de mí.
Es como una urgencia por actuar, por dirigirme hacia algún sitio envuelto en el misterio de los mares ignotos donde dicen que habitan monstruos. Estoy inquieto. Me rompo los cuernos de esta mi cabezonería congénita con el muro de un sistema, de un orden que tiene mucho de absurdo, un orden caótico, que no un caos donde pudiera entreverse cierto orden. Y claro, me exaspero y me indigno. Y no se me ocurre ninguna forma de oposición constructiva como alternativa al mero escupitajo. Soy un puto acumulador de energía. Quizás mañana descubra que tengo poderes o algo así. Joder.
Por otro lado, el buen tiempo por fin ha llegado. Mi abrigo largo ya se ha ganado su lugar de honor en el armario. ¿Que todavía hace frío por las noches? Ya, pero ya no es ese frío invernal malsano, sino un frescor revitalizante. O eso quiero creer, por encima de resfriados y alergias primaverales. A esta última la recibí como tocaba, con varios y largos paseos en bici en mangas de camisa, alternando plà y costa. Jonathan Richman resonando en mis oídos, con ecos a lo Sonic Youth unas veces, a punk ramonero otras, siempre original con sus letras surrealistas. Sí, It's Martian Time! Le seguía La Monja Enana y todo era ya color de rosa (umm, no, mejor verde, que pega más conmigo y con el aspecto del campo). Pequeños placeres al alcance de la mano. El milagro de la vida, que diría aquel puñado de átomos conscientes y pensantes. ¿No es para echarse a reir como locos? Y es que ya al cuerdo se le trata como un demente. Sí, en efecto, el mundo al revés, sin resonancias masónicas ni leches! La más simple y llana de las verdades.
Lo dicho, días extraños éstos.
No ha pasado nada a destacar, así que no acabo de entender esta extraña sensación que se ha apoderado de mí.
Es como una urgencia por actuar, por dirigirme hacia algún sitio envuelto en el misterio de los mares ignotos donde dicen que habitan monstruos. Estoy inquieto. Me rompo los cuernos de esta mi cabezonería congénita con el muro de un sistema, de un orden que tiene mucho de absurdo, un orden caótico, que no un caos donde pudiera entreverse cierto orden. Y claro, me exaspero y me indigno. Y no se me ocurre ninguna forma de oposición constructiva como alternativa al mero escupitajo. Soy un puto acumulador de energía. Quizás mañana descubra que tengo poderes o algo así. Joder.
Por otro lado, el buen tiempo por fin ha llegado. Mi abrigo largo ya se ha ganado su lugar de honor en el armario. ¿Que todavía hace frío por las noches? Ya, pero ya no es ese frío invernal malsano, sino un frescor revitalizante. O eso quiero creer, por encima de resfriados y alergias primaverales. A esta última la recibí como tocaba, con varios y largos paseos en bici en mangas de camisa, alternando plà y costa. Jonathan Richman resonando en mis oídos, con ecos a lo Sonic Youth unas veces, a punk ramonero otras, siempre original con sus letras surrealistas. Sí, It's Martian Time! Le seguía La Monja Enana y todo era ya color de rosa (umm, no, mejor verde, que pega más conmigo y con el aspecto del campo). Pequeños placeres al alcance de la mano. El milagro de la vida, que diría aquel puñado de átomos conscientes y pensantes. ¿No es para echarse a reir como locos? Y es que ya al cuerdo se le trata como un demente. Sí, en efecto, el mundo al revés, sin resonancias masónicas ni leches! La más simple y llana de las verdades.
1 comentario:
Sí, sí, muchas praderas verdes y pitos y flautas, pero los vicios al Dead Space que no te los quite ni dios xdd
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