Hace un par de años Sean Penn dirigió Into the Wild (Hacia rutas salvajes), una película centrada en la vida y muerte de Christopher Johnson McCandless, un joven de 24 años que, una vez finalizada su carrera universitaria se embarcó en una solitaria aventura recorriendo Estados Unidos haciendo autostop, con su último objetivo puesto en las agrestes tierras de Alaska, donde pretendía sobrevivir sólo con lo que la naturaleza le proveyera.
Cautivado por aquella cinta sobre la que ya expresé alguna que otra opinión en su momento en este mismo blog, me hice con una copia del libro, de homónimo título y escrito por Jon Krakauer, que le sirvió de inspiración.
Hacia rutas salvajes, editado aquí por Ediciones B en su colección Zeta Bolsillo, es un intento de reconstrucción tanto de la figura de Chris como de los motivos que le llevaron a hacer lo que hizo fruto de la documentada investigación de Jon Krakauer, alpinista y colaborador de la revista Outside, en cuyas páginas publicó un reportaje sobre la muerte de Chris al poco de descubrirse su cadáver. Dicho artículo generó una respuesta del público como nunca antes se había visto en la historia de la revista, llegando a la redacción de la publicación numerosas cartas cuyos puntos de vista se movían entre la admiración y la condena.
Jon inmediatamente se sintió identificado con Chris en determinados aspectos de su vida y forma de pensar, hasta el punto de desarrollar una obsesión que le llevó a investigar los pormenores del que había sido su viaje desde el mismo instante en que se graduó en la universidad de Atlanta, en el verano de 1990, y su muerte dos años después por inanición al borde de la Senda de la Estampida, una ruta muy poco frecuentada que serpentea a través de los valles próximos a la Cordillera Exterior de Alaska. De hecho dos de los capítulos del libro narran un acontecimiento de vital importancia para Krakauer que sirve para explicar al lector el origen de su fascinación por McCandless.
El libro parte de los testimonios de las personas con las que Chris trabó amistad en su vagabundeo por diversos estados, así como de su familia, y por lo que a los hechos objetivos en torno a la vida del joven debe decirse que la película es muy fiel a lo que nos cuenta el libro.
De todas formas de la obra de Krakauer se deduce un aspecto de obligada aparición para cualquiera que en un momento u otro haya sentido fascinación o cuanto menos curiosidad por el joven McCandless: ¿A qué obedecía su razón de ser? La pregunta, en sí misma, ya es un síntoma revelador de la racionalidad que envuelve nuestras tristes vidas. ¿Qué lleva a una persona a romper todos sus vínculos familiares y de amistad? ¿Qué encuentra tan fascinante en la Naturaleza como para llevarle a tomar la decisión de echarse a la carretera? ¿Por qué abandonar las comodidades del primer mundo, aunque éstas tan sólo cubran las necesidades básicas? ¿Cómo entender un radicalismo donde hasta el dinero es concebido como un obstáculo que es preciso destruir? ¿Por qué dejar de lado la precaución en una aventura de semejante calibre?
No es de extrañar que a Chris se le tachara de irresponsable, cuando no de loco o suicida, calificativos con los que Jon Krakauer disiente profundamente y que trata de rebatir en su obra a partir de un estudio comparativo con otras figuras similares, ya sea contemporáneas como pasadas, y en el que también tienen cabida argumentos de amplio espectro, ya sea de carácter psicológico como antropológico, abordando de paso la imagen que el norteamericano ha tenido, históricamente, de la frontera. Todo con tal de proporcionar una imagen quizás a más acorde a lo que en verdad debió ser la realidad y que, a mi modo de ver las cosas, se encuentra en gran parte ausente en la película, lo cual explicaría muchas opiniones de espectadores que oí y leí entonces en las que se atacaba el para ellos reprobable proceder de Chris, que no diferían, a grandes rasgos, de las que desencadenó la publicación del reportaje original en la revista Outside.
El libro, por tanto, proporciona una visión de Chris mucho más compleja que la película, no exenta del componente emotivo que ésta tenía (de hecho, en la obra de Krakauer los padres de aquél tienen un mayor protagonismo).
Me atrevo a decir que la lectura de Hacia rutas salvajes es un proceso envuelto en una evidente fatalidad que viene dada al conocer de antemano la muerte del joven McCandless, sensación que es aun más terrible habida cuenta de la excepcional personalidad de la que hacía gala el muchacho.
Una lectura sobre un tema a priori desconcertante que a medida que se desarrolla puede convertirse en apasionante aun en su crudeza. Una mirada al abismo, sobre vuestra cuenta y riesgo.
Cautivado por aquella cinta sobre la que ya expresé alguna que otra opinión en su momento en este mismo blog, me hice con una copia del libro, de homónimo título y escrito por Jon Krakauer, que le sirvió de inspiración.
Hacia rutas salvajes, editado aquí por Ediciones B en su colección Zeta Bolsillo, es un intento de reconstrucción tanto de la figura de Chris como de los motivos que le llevaron a hacer lo que hizo fruto de la documentada investigación de Jon Krakauer, alpinista y colaborador de la revista Outside, en cuyas páginas publicó un reportaje sobre la muerte de Chris al poco de descubrirse su cadáver. Dicho artículo generó una respuesta del público como nunca antes se había visto en la historia de la revista, llegando a la redacción de la publicación numerosas cartas cuyos puntos de vista se movían entre la admiración y la condena.
Jon inmediatamente se sintió identificado con Chris en determinados aspectos de su vida y forma de pensar, hasta el punto de desarrollar una obsesión que le llevó a investigar los pormenores del que había sido su viaje desde el mismo instante en que se graduó en la universidad de Atlanta, en el verano de 1990, y su muerte dos años después por inanición al borde de la Senda de la Estampida, una ruta muy poco frecuentada que serpentea a través de los valles próximos a la Cordillera Exterior de Alaska. De hecho dos de los capítulos del libro narran un acontecimiento de vital importancia para Krakauer que sirve para explicar al lector el origen de su fascinación por McCandless.
El libro parte de los testimonios de las personas con las que Chris trabó amistad en su vagabundeo por diversos estados, así como de su familia, y por lo que a los hechos objetivos en torno a la vida del joven debe decirse que la película es muy fiel a lo que nos cuenta el libro.
De todas formas de la obra de Krakauer se deduce un aspecto de obligada aparición para cualquiera que en un momento u otro haya sentido fascinación o cuanto menos curiosidad por el joven McCandless: ¿A qué obedecía su razón de ser? La pregunta, en sí misma, ya es un síntoma revelador de la racionalidad que envuelve nuestras tristes vidas. ¿Qué lleva a una persona a romper todos sus vínculos familiares y de amistad? ¿Qué encuentra tan fascinante en la Naturaleza como para llevarle a tomar la decisión de echarse a la carretera? ¿Por qué abandonar las comodidades del primer mundo, aunque éstas tan sólo cubran las necesidades básicas? ¿Cómo entender un radicalismo donde hasta el dinero es concebido como un obstáculo que es preciso destruir? ¿Por qué dejar de lado la precaución en una aventura de semejante calibre?
No es de extrañar que a Chris se le tachara de irresponsable, cuando no de loco o suicida, calificativos con los que Jon Krakauer disiente profundamente y que trata de rebatir en su obra a partir de un estudio comparativo con otras figuras similares, ya sea contemporáneas como pasadas, y en el que también tienen cabida argumentos de amplio espectro, ya sea de carácter psicológico como antropológico, abordando de paso la imagen que el norteamericano ha tenido, históricamente, de la frontera. Todo con tal de proporcionar una imagen quizás a más acorde a lo que en verdad debió ser la realidad y que, a mi modo de ver las cosas, se encuentra en gran parte ausente en la película, lo cual explicaría muchas opiniones de espectadores que oí y leí entonces en las que se atacaba el para ellos reprobable proceder de Chris, que no diferían, a grandes rasgos, de las que desencadenó la publicación del reportaje original en la revista Outside.
El libro, por tanto, proporciona una visión de Chris mucho más compleja que la película, no exenta del componente emotivo que ésta tenía (de hecho, en la obra de Krakauer los padres de aquél tienen un mayor protagonismo).
Me atrevo a decir que la lectura de Hacia rutas salvajes es un proceso envuelto en una evidente fatalidad que viene dada al conocer de antemano la muerte del joven McCandless, sensación que es aun más terrible habida cuenta de la excepcional personalidad de la que hacía gala el muchacho.
Una lectura sobre un tema a priori desconcertante que a medida que se desarrolla puede convertirse en apasionante aun en su crudeza. Una mirada al abismo, sobre vuestra cuenta y riesgo.
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