The Last Wish es la primera parte de la saga protagonizada por el cazador de monstruos Geralt de Rivia, escrita por el polaco Andrzej Sapkowski.
Sí, lo de cazador de monstruos no es que suene muy bien que digamos, y más cuando el lector ocasional que pueda estar leyendo estas líneas puede que no sea consumidor habitual de fantasía.
En mi caso, aun lector del género (y bastante selectivo), he de reconocer que la premisa básica del libro, centrada en este personaje del que en un principio poco se sabe salvo que es realmente diestro con el hierro, hace gala de conocimientos propios de un brujo y da muerte, por un precio, a criaturas que pueblan el mundo de fantasía por el que deambula sin destino aparente, poco o nada me atraía. A ello se sumaba el hecho de que en varios años trabajando en una librería varios clientes me lo habían recomendado con un fervor similar al de aquel que te pone por las nubes el best-seller de turno. Además, reconozco que nunca he sido seguidor de la fantasía clásica al uso, ya sea de calidad como sustituta del papel higiénico, y que siempre he apostado por aquello que se desmarca de lo convencional que, desafortunadamente, prima en el género no sólo en las estanterías de las librerías sino en las preferencias del aficionado típico. O sea, Geralt no las tenía todas consigo para ganarse mi atención.
Pero Sapkowski venía aclamado por la crítica especializada y contaba en su haber una novela histórica igualmente alabada por aquella, de forma que acabó ganándose una oportunidad.
The Last Wish es una introducción al personaje que protagonizará una saga que actualmente cuenta con siete volúmenes (seis de los cuales están disponibles en castellano), pero a diferencia de otras series similares esta primera entrega tiene la ventaja de que puede leerse de forma independiente al reunir diversos relatos cortos que tienen como objeto anécdotas que aparecen a lo largo de una historia de fondo que proporciona cohesión al conjunto, con la particularidad añadida de que el lector, una vez completada su lectura, no tiene por qué seguir leyendo para satisfacer su curiosidad al respecto de una trama interrumpida de forma más o menos abrupta. Lo único que pueda sucederle al lector ocasional es que se sienta atraído por la naturaleza del personaje que ha protagonizado las diversas historias que acaba de leer y busque saber más sobre su persona y un destino que se prevee aciago.
Una particularidad reseñada por doquier en torno a este libro es el homenaje que Sapkowski hace de diversos cuentos y fábulas tradicionales y universales, contemplándolas desde una óptica muy personal que casi podría calificarse como materialista. La más cruda de las realidades gobierna todo el trasfondo en el que tienen lugar las andanzas de Geralt, y las fábulas que se adivinan detrás de cada uno de los relatos no podrían ser una excepción a la regla que es, en última instancia, lo importante de todo este asunto.
El realismo echa por tierra las convenciones de un género donde al héroe se le suele elevar por encima de la simple naturaleza mortal, apostando por un tono pseudoheroico típico a más no poder. Geralt no es así. Para empezar es falible, como muchos de los héroes de la fantasía mainstream, sí, pero a diferencia de éstos, a menudo suma de clichés desprovista de personalidad y rayana en la sosería, Geralt está muy hábilmente caracterizado, y más teniendo en cuenta que el autor dosifica toda información en torno a él con cuentagotas. Geralt es sumamente complejo, un personaje moral (lo cual no es moco de pavo habida cuenta de los tiempos que corren, tanto para nosotros como para él), carnal, con un sentido del humor que coquetea con un cinismo explicable por sus desafortunadas circunstancias personales... Características varias cuya combinación tiene como resultado que el personaje se vea colocado a un nivel próximo al del lector que participa de sus aventuras y desventuras. Todo ello no muy habitual, al menos en el grado en que The Last Wish contempla cada uno de estos rasgos definitorios.
Y es que Geralt renueva el género. Insuflado de la frescura de la que carecen los clásicos de cuyo ejemplo más destacado en mi opinión sería el Señor de los Anillos (quien se quiera rasgar las vestiduras que lo haga, ¡qué diablos!), sin embargo está dotado de una calidad literaria poco usual y que comparte con aquellos, ya que aunque el lector acabe recordando su lenguaje informal, chabacano por momentos, Sapkowski demuestra que tiene grandes tablas como escritor y un conocimiento histórico que aplica al género fantástico por medio de términos específicos que me supusieron todo un reto al leerlo en inglés. Pero no sólo ésto dice bastante a su favor, sino que el autor goza de un importante y extenso repertorio de vocabulario que utiliza con propiedad y siempre de forma plenamente consciente de lo que quiere transmitir en cada momento.
Por lo que respecta al ritmo de la obra, el libro se lee de forma fluída, aderezándose con alguna que otra sorpresa que obra aun más en su beneficio.
Para acabar tan sólo deciros que creo que The Last Wish es lectura obligada para cualquier fan de fantasía que se precie. Sentenciando, que es gerundio.
No sigáis mi ejemplo y tardéis tanto a leéroslo.