viernes, 6 de marzo de 2009

Watchmen, o la frigidez masturbatoria

Lo mejor de la película, a mi gusto, la intro con homenaje incluído a H. Cartier-Bresson

Que el cine no es lo mismo que el cómic es una perogrullada. Lo malo es que los hay que no parecen ser capaces de establecer diferencias entre ambos medios.
Watchmen, la película, es una adaptación bastante fiel de la novela gráfica de Alan Moore (ups, perdón, la novela gráfica co-creada por Dave Gibbons, como rezan los créditos iniciales). Tanto que se reconoce una destacada correspondencia plano-viñeta, al menos hasta donde uno recuerda de su primera y única lectura del cómic, del que guardo un grato recuerdo (y poco más).
Ahora bien, ¿a qué se deberá el hecho de que el visionado de la película no me haya emocionado ni un ápice? Uno aquí se pregunta si acaso no hubiera sido preferible sacrificar algo de fidelidad en aras de un poco más de corazón.
Para colmo de males, el director imprime algo de sí mismo en ella (como no podría ser de otra manera), un posmodernismo que prioriza el envoltorio a la esencia y que, entre otras cosas, se traduce por un tono artificial que casi parece decirnos algo así como que después de todo estamos ante una adaptación de un tebeo de superhéroes llevado a cabo por una productora y un director estadounidenses.
Y claro, los tiempos que corren exigen, como Marte, carne. Y quien dice carne dice sexo gratuito aunque bajo la sombra del puritanismo de los padres fundadores. Y, por supuesto, violencia. No, esperad: VIOLENCIA. Así está mejor. Que se vea, por favor. ¿Para qué vamos a sugerirla, cuando podemos exhibirla en todo su magnífico esplendor?
Sigh.
Y ahora es cuando llegamos al ritmo de la película: Reconozco haber bostezado, aunque al menos no me he movido en mi butaca más de lo estrictamente necesario. Aparte de las escenas de rigor a cámara lenta que no sé para qué están las más de las veces (ay, Sam Peckinpah, si levantaras la cabeza), hay algo que falla y no sé deciros qué es... Y es que el ritmo adolece de una regularidad que contribuye a consolidar esa frialdad con la que abría este post y que exuda la cinta.
¿Las interpretaciones? ¿Acaso hay algo digno de reseñar de ellas? Er... paso palabra.
Lo único que sé es que, como me he quedado con ganas de que me cuenten una buena historia que sea capaz de emocionarme, mañana o pasado iré a ver Big Torino o Julia. Quizás tenga más suerte.
Y ya para acabar, ¿os imagináis Watchmen como una miniserie de la BBC? Seguro que el sr. Moore saldría en los créditos y haría un cameo. O dos.

3 comentarios:

marguis dijo...

Yo la he disfrutado... supongo que desde mi punto de vista friki... reconozco que no tiene ritmo, porque, como bien dices, la adaptación fiel de la novela gráfica le quita dinamismo... pero mas que a la espera de que pasara algo, he disfrutado de ver vivas las imágenes sugeridas por el cómic... a veces, en estos tiempos de finales apocalípticos y apoteósicos llenos de significado y sorpresas, es mejor disfrutar simplemente del viaje para llegar hasta allí... todo muy taoísta, vamos.

:)

AnnaRaven dijo...

O dos cameos, sí. También tendría decorados más cutres y actores gordos y feos más fidedignos a la idea original de algunos de los superhéroes del cómic.
Yo no sé si iré a verla, no puedo con los momentos Pantene de Espectro de Seda.

Gonzalo A. Aneas dijo...

A mí me ha encantado, como adaptación me parece muy digna y si te soy sincero, creo que no me he llevado ningún chasco porque es tal como esperaba.

Tal vez lo que más me molestó es lo fría que es, muy carente de emoción. El Ozymandias de Mathew Goode es el malo desde el principio y se ve como malo hijo de puta, no como el Ozymandias del cómic, que poco tiene que ver.

En fín, ya lo hemos hablado por tlf xd de todas maneras estoy contentísimo con el Rorschach de la peli y con los créditos de entrada, que me parecen sublimes, lo mejor de la peli.